Si bien existen diferentes teorías sobre por qué sentimos lo que sentimos, sabemos que el desarrollo emocional de los humanos continúa evolucionando desde el nacimiento hasta la edad adulta. Con el tiempo, cultivamos una mayor conciencia y comprensión de nuestros sentimientos y experiencias. Como padres, queremos que nuestros hijos crezcan y se conviertan en adultos resistentes y seguros de sí mismos que tengan una relación sana con sus sentimientos. Pero ¿cómo llegan allí? ¿Y qué podemos hacer para ayudar? Comencemos con algunos ritmos saludables que apoyan el desarrollo emocional de los niños.
Ritmos Saludables
Así como los hábitos regulares de sueño, alimentación y movimiento son beneficiosos para la salud física de los niños, también apoyan su bienestar mental. Cuando los niños experimentan suficiente descanso, nutrición y actividad diaria, sus sistemas nerviosos reciben las condiciones esenciales para sentirse organizados y regulados. A partir de esta base, los niños están preparados para encontrarse con el mundo en un estado de calma y alerta, listos para conectarse y participar. Estos ritmos también ayudan a los niños a sentirse seguros y protegidos, sabiendo que sus necesidades fisiológicas se satisfacen de manera predecible.
Los niños necesitan momentos tanto de conexión como de autonomía.
- Para ser adultos autosuficientes, los niños primero deben saber que son amados y cuidados por sus familias, desde la infancia. El apego seguro se desarrolla en los niños cuando constantemente experimentan calidez, compasión y atención a sus necesidades por parte de sus padres y cuidadores. Desde este lugar de seguridad, los niños tienden a sentirse más cómodos al aventurarse en el mundo, sabiendo que tienen seres queridos a quienes regresar a casa.
- También es beneficioso para el desarrollo emocional de los niños encontrar consuelo en su propia compañía: jugar con sus juguetes de forma independiente o superar desafíos razonables. Además, cuando a los niños se les da la oportunidad de tomar decisiones por sí mismos, como qué camisa ponerse, qué comida comer para la merienda o qué libro leer a la hora de acostarse, reciben el mensaje: “Tus preferencias y deseos importan”. Al ofrecer oportunidades para que su hijo resuelva problemas, abogue por sus propias necesidades y tome decisiones sabias en la infancia, allanará el camino para que lo haga como adulto.
Puede ayudar a su hijo a sentirse capaz y competente estableciendo expectativas razonables y claras.Cuando se espera que los niños completen tareas o se comporten de maneras que están por encima de sus niveles de desarrollo o habilidades actuales, pueden sentirse desalentados y estresados. Cuando los padres somos turbios o inconsistentes con lo que esperamos y pedimos, los niños pueden experimentar ansiedad y confusión. Al establecer expectativas claras y realistas, podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar habilidades de autoayuda y comprender el comportamiento deseado en su hogar.
- Para las expectativas que implican que su hijo cambie un comportamiento, use un lenguaje simple que articule positivamente lo que quiere que haga su hijo, en lugar de centrarse en lo que no quiere.
Esto podría ser algo como:
- Para las expectativas que giran en torno a que su hijo ayude con las tareas del hogar o cuide su cuerpo o sus pertenencias, considere cómo podría organizarse el entorno del hogar para que el pequeño pueda realizar las tareas con la mayor independencia posible.
Otra forma de fomentar la participación es preguntar: ¿Cómo puedes ayudar a limpiar este espacio? Esta simple solicitud es una oportunidad para que su hijo explore el entorno y elija objetos para guardar. Si bien puede seleccionar solo algunos elementos al principio, mostrar su aprecio por sus esfuerzos apoya su desarrollo en esta área y lo prepara para una mayor autonomía más adelante.
Ser incluido en los ritmos domésticos diarios le comunica a su hijo que es capaz de ayudar y vital para el éxito de la familia. Además, cuando celebra los pasos dados para cumplir con las expectativas, también promueve sentimientos de seguridad, capacidad y responsabilidad para su hijo.
Uno de los ritmos más complicados como padre es dar tiempo y espacio para que su hijo cultive la resiliencia. La resiliencia es una habilidad de afrontamiento esencial para los seres humanos. Se desarrolla con el tiempo a medida que las personas se dan cuenta de que los obstáculos que enfrentan en la vida son temporales y superables. Cuando su hijo se recupera de un desafío, tolera la decepción o supera una gran transición en la vida, se vuelve resiliente. Como padre, puede resultar difícil caminar junto a su hijo durante un revés en lugar de rescatarlo. Puede resultar desafiante ver a su hijo experimentar frustración, incomodidad o pérdida. Sin embargo, cuando a los niños se les impide superar las dificultades, pierden las experiencias necesarias para desarrollar su resiliencia, lo que puede conducirles a la dependencia.
Las mejores maneras en que puede apoyar el desarrollo de la resiliencia de su hijo son:
Lenguaje de las emociones
Los niños nacen con la capacidad de demostrar una variedad de emociones humanas, a veces todas en un solo día. Pueden pasar de hambrientos y molestos a llenos y contentos a enérgicos y juguetones en cuestión de minutos. Las emociones son mensajes útiles que envía nuestro cerebro para informarnos sobre nuestras necesidades, percepciones y respuestas. Debido a que las emociones son el primer idioma de un niño, es importante prestar atención a los sentimientos que su bebé o niño pequeño está comunicando a través de su comportamiento: lágrimas, gritos, puños apretados o risitas. A medida que los niños crecen, las palabras pueden comenzar a representar cómo se sienten. Los padres pueden ayudar a sus hijos a desarrollar un lenguaje para las emociones, permitiéndoles la oportunidad no solo de compartir cómo se sienten, sino también de comprender lo que están experimentando.
Nunca es demasiado pronto para empezar esto. Establecer una línea de comunicación abierta y sin prejuicios sobre las emociones en la infancia le indica a su hijo que sus sentimientos son importantes y que cuenta con el apoyo a través de todas las experiencias de la vida.
Para los años más jóvenes, la comunicación es más unilateral, ya que comparte lo que observa sobre el lenguaje corporal de su hijo y le brinda una idea de lo que podría estar sintiendo:
A medida que los niños crecen y maduran, estas conversaciones siguen su ejemplo:
Compartir su propio mundo interior con su hijo modela el lenguaje y la autoconciencia, y lo invita a tener en cuenta sus sentimientos también:
A través de estos diálogos continuos, puede crear confianza y una buena relación entre usted y su hijo mientras construye un banco de vocabulario emocional que puede usar a lo largo de su vida.
Cometer errores es parte de la vida. Los niños prosperan cuando sus padres son consistentes, no perfectos. Inevitablemente, habrá momentos en los que no seas lo mejor posible con tu hijo (o cónyuge, colega, vecino o amigo) porque eres humano. Cuando los padres se hacen cargo de sus errores y pasan por el proceso de reparación con sus hijos, se modela el importante trabajo de hacer las paces.
Algunos ejemplos son:
A través de estas conversaciones, no solo honra los sentimientos de su hijo, sino que también demuestra cómo son la verdadera fortaleza y la vulnerabilidad. Establecer el hábito de resolver conflictos proporciona un ejemplo a seguir para su hijo cuando comete errores o necesita resolver desacuerdos con otros.
Sentimientos Grandes
A veces, las respuestas emocionales de los niños pueden parecer muy grandes y, antes de que pueda producirse cualquier diálogo, necesitan volver a un estado mental más neutral. La corregulación es el mayor recurso que podemos utilizar como padres en estas situaciones. La corregulación se produce cuando un padre proporciona un espacio emocional seguro y modela la calma para que sus hijos desregulados puedan encontrar su bienestar nuevamente. Hacemos esto de forma natural con los bebés que lloran, abrazándolos estrechamente, hablándoles en tonos tranquilizadores y balanceándolos o rebotándolos suavemente hasta que pase su malestar. La corregulación puede resultar más complicada a medida que los niños crecen, especialmente durante los ataques de rabietas. Nuestros niños comunican que están abrumados y que ya no pueden afrontar la situación cuando empiezan a hacer berrinches.
En este punto, sus cerebros pensantes se apagan y necesitan ayuda para calmarse.
- Cuando esto ocurre, es posible que se sienta listo para corregular o como si estuviera listo para hacer una rabieta. Si este es el caso y su hijo está seguro donde está, es importante que primero se cuide usted mismo. Experimentar las emociones fuertes de los demás puede resultar agotador a veces. Respire profundamente unas cuantas veces, salga de la habitación para recomponerse o beba un poco de agua.
- Cuando se sienta listo, regrese con su hijo a coregular. Palabras suaves y amorosas, proximidad física, un trago de agua, luces bajas, respiraciones profundas, música tranquila, caricias suaves, salir a caminar o abrazar a su animal de peluche favorito son todas formas de ayudar a aliviar un sistema nervioso sobre estimulado. Al interactuar con su hijo durante los momentos de grandes sentimientos, podrá identificar lo que le resulta calmante y eficaz.
- A veces los niños necesitan apoyo adicional para gestionar la experiencia de sus emociones. Si nota que su hijo tiene patrones de reacción más fuertes de lo que las situaciones justifican o tiene grandes dificultades para calmarse después de un malestar y siente que necesita más apoyo, busque ayuda. Los pediatras son recursos útiles para generar ideas sobre soluciones para que su hijo se sienta más apoyado en su regulación.
La regulación emocional se produce cuando un niño es consciente de su estado mental y puede resolver problemas sobre lo que necesita hacer para cuidar de sí mismo en el momento. Se desarrolla a partir de las relaciones seguras que tenemos con nuestros hijos, los ritmos emocionales saludables que establecemos dentro de nuestras familias y escuelas, las conversaciones productivas sobre nuestros sentimientos y los de los demás, y la resiliencia refinada a través de nuestras experiencias desafiantes.
Este aprendizaje nunca termina como ser humano, pero podemos preparar a nuestros hijos para una edad adulta emocionalmente saludable a través de nuestro apoyo constante, amoroso y respetuoso a su infancia.
Hayley Abell – Directora de Second Presbyterian Weekday School (Kentucky, EEUU)
Sigue a Hayley en su proyecto de investigación Have More Fun Project